viernes, 18 de junio de 2010

Consulta

- Esto no me gusta nada…

- ¿Por qué no? A mí me parece que progresa a buen ritmo.

- Es que no entiende, ese accidente fue más fuerte de lo que Ud. podría siquiera imaginar. Yo creo que afectó órganos internos…

- Emmm, la verdad no, sólo fueron algunas heridas y evolucionan mucho más rápido de lo que imaginé, tomando en cuenta sus antecedentes. Convengamos que se trató de una situación de riesgo moderado, así que evite sobre-reaccionar, pues puede ser para peor.

- ¿¿Riesgo moderado?? Esto me costó millones, vi mi Imperio caerse a pedazos y a mis compañeros alejarse progresivamente, además de estas horrendas heridas…

- Cicatrices, son cicatrices a esta altura.

- No me joda, son y seguirán siendo heridas, aún me duelen. No sabe lo que me cuesta mirar al espejo… Esto arruinó mi presente y mi futuro…

- Una consulta… ¿Le duele en este momento?

- Este… bueno… La verdad, no mucho que digamos.

- Su problema es sencillo, permítame decirle. Cuando se ve en el espejo, no está mirando sus ‘heridas’ o como desee llamarles, sino que está rememorando el accidente, recordando la pérdida de su Imperio y todas esas pequeñeces…

- ¿¿Pequeñeces?? ¡¡Pero cómo se atreve!!

- En vez de agradecer que puede seguir caminando se queja por el dinero y todo lo que dice haber perdido. Probablemente nunca fue suyo y sólo ahora lo vino a descubrir. Llora por heridas que no sangran y por dolores que no existen. Lamentable, realmente lamentable…

- ¡¡Lo único lamentable aquí es su incompetencia!! Los dolores son reales, estuve postrado por semanas y aún hoy, de pie como me ve, los sigo sintiendo. Las heridas siguen sangrando, no precisamente hoy, pero lo hacen…

- Es lo malo de rascárselas. Entre más atención les ponga, más tiempo seguirán sangrando; es cosa de sentido común. He tenido millones de pacientes en su condición y la mayoría han sanado.

- Lo mío es diferente…

- Jamás es diferente. ¿Sabe lo que me molesta? Que Ud. da la impresión de creer que nadie más tiene accidentes en este planeta, siendo que tengo salas llenas de gente igual o peor que Ud. Al menos ellos no se quejan tanto, sino esto parecería reunión de apoderados…

- Si ellos sanan y yo no, es porque lo mío debe ser distinto de alguna forma, ¿no lo cree así?

- En absoluto. Jamás vi un caso tan igual a los demás, y es por eso que hemos seguido el tratamiento regular. Por cierto, y permítame insistirle, creo que está mejorando a buen ritmo y debería tener más calma.

- ¿¿Calma?? ¿¿Cómo me pide calma?? Tengo millones de asuntos que atender y compromisos que cumplir, debo levantarme y recuperar mi Imperio.

- Lamento tener que ser yo quien se lo diga, pero debería dejar esos sueños tontos. No hay Imperio, nunca lo hubo. Todo aquello que reclamó alguna vez como suyo le pertenecía a otros, y supongo que su accidente les dio pie para quitarlo del camino. Nada de eso existe hoy, así que mejor busque nuevas oportunidades en otros lados.

- Realmente no entiende nada. Me costó años construirlo, trabajé por él día y noche sin cesar y simplemente me dice que lo olvide. Pobre hombre…

- Pobre hombre… No se da cuenta de que todo aquello que dice haber construido siempre estuvo ahí, Ud. simplemente puso su bandera reclamando posesión sin preguntar a nadie y ahora se las viene a dar de dueño. Parece un niño llorando por sus golosinas más que un hombre… llorando por sus golos… Disculpe, no se me ocurrió ninguna analogía.

- Veo que no sólo es un mal médico, sino que también un mal consejero y por sobre todo es pésimo haciendo analogías. Aun así, le pregunto: ¿qué haría en mi lugar?

- Iría a recuperar mi Imperio, por supuesto.

- ¿Cómo dice? ¡¡No me tome el pelo!!

- No le tomo nada. En su lugar sería tan miserable como lo es Ud., así que no tendría otra opción que ir por él… Momento, se me ocurrió algo. ¿Por qué mejor no se retira de los negocios para siempre? Puede vivir como pobre, supongo, quizás aprenda algo sobre la vida…

- ¿¿Aprender sobre la vida?? ¡¡Qué sabe Ud. de mí para decir eso!! ¡¡Qué sabe Ud. sobre la vida!!

- Más que Ud., por lo menos…

- …

- …

- Pero dejará de hacerlo…


A la mañana siguiente, dos cuerpos fueron encontrados en el consultorio del pueblo. Jamás se supo qué fue lo que sucedió.

jueves, 5 de febrero de 2009

Admirando la Historia

El domingo recién pasado permitió a los amantes del deporte presenciar dos de los eventos más importantes del año. A primera hora de la mañana (5.30 aprox.) Rafa Nadal continuó acrecentando la paternidad deportiva que tiene sobre Roger Federer, derrotándolo en cinco sets de gran calidad tenística- con excepción del último-. Finalizando la tarde, llegó el turno del Super Bowl XLIII (43, por si acaso), el que terminó siendo uno de esos juegos que jamás olvidas, por más que tu memoria sea como la mía. A continuación presento algunas reflexiones sobre el primero de estos partidos.


Lo de Rafa ya es claro: el tipo es una máquina. Después de jugar más de cinco horas contra el hombre del “Ki”, el español Fernando Verdasco, no mostró señales de agotamiento en el clásico de la década, corriendo cada pelota y obligando siempre a Federer a jugar una o dos bolas más por punto. Y eso, para cualquiera, es mentalmente desgastante (sino pregúntele a Didier cómo se sentía cuando jugaba tenis de mesa con Marcel =P).


Sin embargo, se cae en el error de pensar que lo de Nadal es pura defensa y esteroides (lo he leído en algún foro o en chats de tenis). Si bien su punta de lanza es la capacidad de luchar cada punto, correr hasta el hartazgo (contra Verdasco fueron más de 3 Kms) y devolver tiros increíbles viéndose exigido, nada de esto sería posible sin una mentalidad de acero, la que le permite jugar en los momentos decisivos de forma excepcional y seguir enfocado pese a la adversidad o al cansancio que pudiera sentir tras horas interminables de moverse de un lado a otro de la pista a toda velocidad.


Es natural, al menos para el 90% de las personas, perder la concentración cuando se cansan. El agotamiento físico se traduce en pensamientos como “puta que estoy cansao” o “no doy maaaaaaaaaaaas”. El 10% restante piensa positivo y dice “vamos que falta poco” o “un último esfuerzo” y logran sobreponerse. Nadal no entra en ninguno de los dos. Pareciera que no calzan los porcentajes (Rafa sería parte de un 0%), pero lo que pasa con Rafa es que no nos da la oportunidad de ver a cuál grupo pertenece, porque de plano no se agota. Y no agotarse significa que no pasa por esos cuestionamientos propios de la fatiga. Luego, el tipo sigue pendiente de lo que está haciendo y no de sus extremidades o de su pulso.


El físico es ventaja, que quede claro, pero no lo es todo. La mentalidad de la que hablamos tiene mucho que ver con un espíritu combativo y el odio a ser derrotado. Uno ve a Nalbandián perder contra un taiwanés o cualquier “queso” de turno y no puede hacer más que molestarse (o alegrarse, si Nalby no es uno de tus favoritos), sobre todo cuando se le ha visto derrotando en la misma semana a Djokovic, Federer y Nadal (no en ese orden) jugando a un gran nivel, digno de un número 3 del mundo. Por esto, el hecho de que el español pierda tan pocos encuentros y cueste tanto arrebatarle un punto es señal inequívoca de lo fuerte que es entre las orejas.


Ya hablamos del físico, la mentalidad y el juego defensivo, así que es turno de un aspecto que el oriundo de Manacor ha mejorado notablemente a lo largo de los años: el juego de ataque. Si revisáramos partidos de Rafa desde sus inicios hasta el año 2006, encontraríamos un muchacho al que le costaba montones generar tenis desde la base, con tiros cargados de top pero sin esa pimienta de un Carlos Moyá, por citar un arcillero y coterráneo del único “Matador” (Nadal >> Salas). Además, su revés era más bien pobre y su saque, si bien lleno de un efecto endiablado en los lados impares, no era un elemento destacado dentro de su arsenal.


En la medida que se tienen falencias, se identifican y se busca la forma de corregirlas, se evoluciona; ésta es una verdad universal (dicha por mí =P). Así, más allá de su físico imponente y su mentalidad inquebrantable, Nadal supo trabajar en sus golpes y en distintas facetas del juego, mejorando notablemente su capacidad de hacer daño desde la base, tanto de drive como de revés, además de mejorar su servicio a tal grado que ahora le entregas muchos puntos gratis. Debido a esto, no sólo es difícil vencerlo porque te contesta virtualmente todos los tiros, sino que también porque si te tardas mucho en atacarlo o le dejas una bola a medio trayecto, será capaz de desequilibrar. Adiós punto, chao partido, que pase el siguiente. A modo de concluir el concepto, no se hubiera adjudicado torneos en pista cubierta, cancha dura al aire libre y césped de no haber agregado este aspecto a su juego, por lo que no debe dudarse del progreso ofensivo de este genial jugador.


Basta de Nadal por un rato. Enfoquémonos en Rogelio. Cuando te crían, una de las cosas que te enseñan es que no debes burlarte del dolor ajeno, aunque uno suele olvidarse de eso cuando ve gimnastas golpearse sus partes al intentar saltar un caballete o cuando presencia uno que otro “video loco”. Pero el dolor del alma es otra cosa, y ése se suele respetar un poco más.


Tras una batalla de más de 4 horas, habiendo perdido la posibilidad de alcanzar el récord del enorme Pete Sampras pese a haber jugado un buen partido por espacio de 4 sets, y más encima frente a una montonera de leyendas del tenis autraliano y mundial- liderados por el gran Rod Laver-, el suizo estalló en llanto sin lograr contenerse. “Era humano”, seguramente fue la frase que pasó por más de un espectador; “Maldito gay” también puede haber cruzado los pensamientos de un grupo minoritario e insensible (conozco uno =P). Más allá de estos conceptos, de seguro lo que más se repitió fue lo que manifestaron Luis Alfredo Álvarez, relator de ESPN, y Mirka Vavrinec, novia de Roger. El primero, al presenciar el momento exclamó un “wow”; la muchacha, con la mano en la boca manifestaba su asombro y- evidentemente- su preocupación por el momento.


Para los que no lo saben, el helvético era un rompe-raquetas y puteador como cualquier otro, mostrando señales de su mal carácter y su frustración en cancha con estas reacciones para nada plausibles. Sin embargo, cuando le cayó la teja de que se estaba convirtiendo en una figura reconocida a nivel mundial y, por ende, en un modelo a seguir por muchos chicos y no tan chicos (de edad, deje sus chistes al margen =P), se comprometió a manejar mejor su temperamento: nunca más una raqueta al suelo, nunca una puteada. Por si fuera poco, tener a una tranquila persona a su lado como Mirka le ha ayudado a ser un tipo menos explosivo. Podrán decir lo que sea estéticamente, pero se ha tratado de una influencia positiva.


Este paréntesis de historia intentaba contextualizar al lector: Roger Federer es un competidor de tomo y lomo, y por lo mismo es un tipo que detesta las derrotas. Wn picao, como se dice por acá. Y ésa es la primera lectura que se puede hacer de las lágrimas del suizo. Estás tan cerca de lograr algo histórico, algo que has soñado muchas veces… Te topas con el tipo que te viene impidiendo alcanzar lo único que te falta (Roland Garros) y más encima te acaba de arrebatar lo que era tuyo (Wimbledon y el número 1 del ranking)… Tienes la oportunidad de vengar todo eso y alcanzar el 14to Major, todo junto… Y pierdes… Y pierdes frente a Rod Laver. El colocolino me entenderá, esto es como cuando se jugaba con Cruzeiro siempre… y se perdía casi siempre =(. La bestia negra, la valla insuperable otra vez se metía en el camino de Roger, arruinando su fiesta. Mucha frustración… Lágrimas.


Sin embargo, existe otra lectura. Rogelio sube al podio, es ovacionado; le entregan la bandeja del sub-campeonato (con tantas bandejas que tiene, podría invitar a Rafa a tomarse un tecito y servirle en una de ésas =P), nuevamente es ovacionado; se dirige al micrófono… por tercera vez es ovacionado, y se escuchan gritos puntuales de algunos individuos con perso. Ninguno de ellos fue “Chúpalo Roger” o “Entiérrate wn malo”, mucho menos un “Tillible arrugón, Roger”. Por el contrario, un tipo le dijo que era el número uno o el campeón o algo así, ante lo que Roger no atinó a otra cosa que señalar a Rafa; otra persona le gritó que era grande y la weá, y el presentador de la ceremonia le dijo que iba a conseguir el ansiado Major 14 (creo que fue él). Entonces… acabas de perder un partido clásico, contra tu rival clásico que te tiene de casero, ni siquiera eres el número uno del mundo, pero todo el mundo te ama y te lo demuestran en un momento sensible, te dan su apoyo y te dicen “vamos, no es el fin del mundo, ya eres el más grande y de seguro vas a obtener más títulos importantes”. No ganaste, pero para el público no hay nadie como tú… Lágrimas.


Lo que vino después fue sin dudas increíble. Rafa recibe su copa, le dan los aplausos de rigor, alza el trofeo, se acerca a Roger y le da un abrazo fraternal. Emocionante. Quizás “increíble” no sea el mejor adjetivo: Rafa tiene un respeto y admiración por Federer tales que era imaginable que lo ayudaría en ese momento de debilidad. Ese abrazo echó al suelo el mito de que los grandes rivales no pueden ser amigos. Eso es más real en el boxeo (de hecho, ni eso es cierto), no en el tenis.


Damas y caballeros, háganme caso. Si la final de algún Grand Slam es entre estos dos titanes, véanla o grábenla; estarán presenciando historia. Quizás no se trate de la Independencia de ninguna nación, o la caída de algún muro en una ciudad europea de por ahí, pero cualquier raqueteo entre estos Señores (con mayúscula) del deporte forma parte del legado del tenis. En 30 años más, se hablará de los grandes del tenis, de aquella época perdida cuando se jugaba con raquetas de grafito o fibra de vidrio, en la que hubo dos grandes que se midieron en batallas épicas.

martes, 8 de abril de 2008

Reintentar

Juntando retazos de mis meses anteriores, he revivido momentos curiosos y aburridos, alegres y tristes, furiosos y serenos, vivos y muertos. Entre todas esas cosas no encontré mucho material para destacar- ése que si de ti dependiera enmarcarías para mirar de vez en cuando-, pero lo había: reencontrarme con viejas amistades, lograr objetivos no planteados (suena profundamente ilógico) y simples chispazos de vida fueron destacados dentro de un estar recurrente (entienda "estar" como una forma intermedia entre bienestar y malestar...).

Al momento de recoger pedazos dulces, sin embargo, es inevitable toparse con tristezas y pesares. Esto es casi como buscar oro: siempre te toparás con mucha piedra y material que desecharás (más allá de su valor geológico, el que no es motivo importante acá), por lo que puede ser que la búsqueda de lugares comunes positivos te acerque a pozos de profundo dolor. Y eso pasó, casi sin remedio.

Vivir pensando en el pasado es poco inteligente (en la medida que se puede involucrar la inteligencia en una decisión de este tipo), pero para quienes se basan en la emoción es el aire de cada día (no todos comen pan). Sin embargo, sigue pareciendo algo relativamente insano, sobre todo cuando es el presente la única forma verbal que se vive. Bajo esta lógica, lo ideal sería trabajar hoy para sonreir hoy, no pensar en el ayer para sufrir hoy. ¿Pero qué hacer?

Intentar que todo salga como se desea, tropezarse para levantarse y volver al ruedo, caer en un pozo y aprovechar el rebote para llegar más alto que antes, valorar la experiencia adquirida tras cada golpe... Quizás estoy siendo demasiado positivo, pero estos días miraré hacia adelante.

Suerte a todos en sus proyectos y anhelos personales.

Hagan lo posible por alcanzarlos.

jueves, 13 de marzo de 2008

Sentido contrario

Hoy fue un buen día. Tenía pensado matricularme, pero no lo hice... hubo algo más importante que eso. Extrañaba algunas cosas con el correr de los días, pero este jueves que termina las recuperé. Fue un bonito sentimiento. Sin embargo, no todo son luces...

El entendimiento de un proceso ajeno (aunque no tan ajeno, en verdad) me hizo notar algo que no parece estar bien conmigo: cerrar. Desconozco si hay alguna razón en específico, pero no saber utilizar una puerta como es debido ciertamente genera pesares. ¿Falta de voluntad? ¿Temor?... ¿Pero a qué?

Es curioso que dos personas tan cercanas aborden temas similares de formas diametralmente opuestas, como si condujeran en sentido contrario respecto al otro. Es sabido que no conduzco automóviles, pero no por eso debería ignorar los caminos correctos. Quizás necesito un mapa... o alguien que me guíe.

(entrada corta, sólo un pensamiento)

lunes, 10 de diciembre de 2007

Recuerdos...

Sentado reflexiono sobre lo que es todo esto, acerca de cada instante que he vivido. En realidad, no es así (mi memoria es pésima y jamás podría llevar a cabo tal ejercicio), pero al menos busco recuerdos de tiempos distintos (no los calificaré como mejores o peores...) en los que se experimentaron vivencias diversas, situaciones carentes de toda realidad más allá del hecho de yo perpetuarlas en mi mente. Y pienso...

Retomo algunos eventos, cosas que me causan un poco de vergüenza, otras que me martirizan y así un sinfín de pildoritas, las que han dejado lecciones de vida en ocasiones: "cubre el primer palo", "aprende a delegar trabajo", "no trates de imponer tus ideas", "no te quedes con las ganas de hacer ciertas cosas, porque te vas a arrepentir". Habrá- de seguro- más frases circulando en mi subconsciente, pero no salen a flote en este instante.

Entre tanta divagación, viene a mi mente una idea de hace algún tiempo. ¿Es acaso el pasado algo real? ¿Por qué no podría tratarse de una serie de pensamientos instalados en la cabeza mientras se está dormido? Quizás nunca conocí a un set de personas que digo haber visto alguna vez en mi vida, tal vez sí sé nadar, sólo que no lo recuerdo...

Intento contradecir esto con algo simple. Hay más gente que recuerda cosas que yo puedo evocar del "pseudo-pasado". Si le menciono a algunas personas la frase "yo cacho que estaba aburrida", se reirán y parecerán saber de lo que les hablo, por lo que existiría un tiempo anterior que vivimos simultáneamente. Sin embargo, si es posible insertar abstracciones en una mente, ¿qué tan difícil sería hacerlo en varias? Pienso en eso y recuerdo al "Acertijo" en Batman... 3?? (utilizaré el verbo 'recordar' al hablar de la evocación de situaciones mentalmente costruidas). Así como Edward Nigma (o Nygma, no sé) podía instalar imágenes en la mente de las personas, era capaz de quitarlas. No creo que estemos en presencia de un señor Nigma, pero podría tratarse de "algo".

La imagen de Dios que existe en muchas religiones podría explicar esta curiosidad: si acaso hay un Dios omnipotente que creó el Cielo y la Tierra, al Hombre, la vida y todo lo que conocemos, no debería costarle mucho inventarnos un pasado y brindarle coherencia a través de otros pasados simultáneos de otros sujetos. Sería una forma de no sentirse solos en el universo, de tener algo a lo que aferrarse. Sólo imaginen, por un instante, la soledad de saber que nada es real, que lo que hiciste ayer no fue, que la trascendencia anhelada por muchos es sólo una fantasía que dependerá del CD (o DVD en estos tiempos) que un ser supremo ponga en la mente de cada uno...

Algunos no creen en Dios. Dudar de su existencia lo hace más inalcanzable, pues siembra dudas sobre Él. Si algo no existe, ¿acaso es alcanzable? En realidad no pretendo probar la existencia de Dios, porque una teoría que tratara de hacerlo involucraría muchas cosas que "se dijeron" o que "pasaron", por lo que podrían ser simplemente más imágenes prefabricadas que inundan mi cabeza (y otras más).

¿Pero qué pasa con las cosas que están hechas? ¿Qué pasará mañana con este blog? Quizás sean pruebas de realidad, testimonios de que el pasado existe y no se trata simplemente de una farsa.

De nuevo, no hay certeza alguna de que lo que alguien dice que hizo haya sido- en forma efectiva- realizado por él. Nuevamente podríamos estar en medio de un tongo cósmico, de una jugarreta del 'Destino' o qué sé yo... A veces la gente dice "pero si tú dijiste eso" y uno ni lo recuerda... ¿mala memoria o inconsistencia de historias? Como dicen por ahí, no hay crimen perfecto...

Toda esta confusión me lleva a una reflexión. Si el pasado no es más que una ilusión, y el futuro es una fantasía o una serie de cosas que se pretenden hacer en un "después" que no es tangible sino hasta el momento en que se vuelve 'Presente', el único momento que hay que valorar es el Hoy, más que cualquier otro. Según todo esto, habría que vivir cada día con toda intensidad, pues a la larga, es el único momento que estás siendo.

Pienso y pienso en vivir el presente, sin embargo, aún estoy en el pasado...

miércoles, 27 de junio de 2007

Aprendí lo que quise aprender

Hace tiempo que no publicaba, así que tendré que hacer. Este ensayo lo escribí para el IN31A, pero igual lo comparto con la gente. Espero críticas y mensajes varios. Ojalá haya comentarios positivos tb :P



El aprendizaje, como proceso integral de desarrollo de los individuos, suele ser evaluado en términos de los resultados obtenidos más que por otras variables. La utilización de métodos de medición con enfoque en conocimientos específicos (tales como ejercicios de aplicación de fórmulas o respuestas textuales de libros), si bien entrega información acerca de la capacidad de respuesta de los sujetos ante ciertos problemas en un instante determinado, no involucra las formas en que estos contenidos les hacen sentido, o dicho de otro modo, qué les queda a partir de lo estudiado.

Sin dejar de lado el conocimiento intelectual (el que de aquí en más corresponderá a aquél que es aprendido preferentemente mediante documentos y enseñanzas de terceros, un “conocimiento de la mente”), es imposible desconocer el rol de las experiencias en el proceso de aprender a hacer. Desde eventos como los citados por Nonaka y Takeuchi (ver La Empresa Generadora de Conocimiento, pág. 71, creando una máquina panadera, entre otros) hasta frases populares como “la práctica hace al maestro”, el día a día parece recordar frecuentemente que en el hacer está el saber. Es por ello que, en la búsqueda de nuevos aprendizajes, en lugar de ir al tradicional nicho de conocimiento- la mente- se optará por un camino menos explorado: cómo las cosas hacen sentido en el hacer, cómo no sólo son acumulaciones de conocimiento y se transforman, inevitablemente, en aprendizajes corporales.

En primer término, el aprendizaje vivencial generó un cambio de actitud en cuanto a cómo enfrentar la relación expositor-oyente que caracteriza las clases impartidas en la universidad. Si bien esa forma de esparcir el conocimiento intelectual no ha cambiado, una nueva actitud se tradujo en una interiorización mayor de los contenidos transmitidos.

A partir de frases del profesor Carlos Vignolo, quien dijo que “si uno no levanta la mano, nunca se va a atrever a preguntar en clases y se va a quedar con la duda” y que “uno tiene que hacerse cargo de su propio aprendizaje”, se creó el sentimiento de que era necesario perder la timidez y simplemente hablar en público, aun cuando no todo lo que se fuera a decir resultara “correcto” (en cuanto a algún patrón aplicable en la situación). En este ámbito, el curso de acción fue simplemente “levantar la mano” cuando se quisiera decir algo, ya fueran dudas, opiniones o inquietudes respecto a temas ajenos al curso, lo que se tradujo en una pérdida progresiva de la vergüenza a hablar frente a más personas (incluso sintiendo que se decían “estupideces”) y el surgimiento de nuevas dudas ante las respuestas dadas a las curiosidades iniciales, lo que permitió un mejor aprendizaje. Esta última arista se desarrolló principalmente en el proceso de rediseño del curso, pues los distintos planteamientos- tanto de compañeros como docentes- generaron una retroalimentación tal que se adquirió una concepción mucho más clara de lo que es la Introducción a la Ingeniería Industrial y de lo que pretende. En términos de Vignolo, “innovar es conservar”, por lo que para evolucionar hay que tener claro qué se quiere mantener, ya sea al hacer empresa o crear un ramo de universidad.

Si bien se trata de un proceso no intelectual, es posible medir la evolución de este aprendizaje en cuanto a la variación del comportamiento. Aun sin presencia de números, decir que se ha levantado más veces la mano durante este semestre que en todo el resto de los que se han cursado (que son ocho) es clarificador y no carente de verdad, por lo que es una buena medida del progreso vivido. De hecho, esta actitud no sólo se presenta durante las sesiones de este curso, sino que también en otros tomados simultáneamente, lo que da cuenta de que el crecimiento experimentado va más allá de un salón de clases y de un grupo de personas en particular. Es aprendizaje en cuanto a evolución personal.

Partiendo de la premisa que “no podemos separar nuestra historia de acciones- biológicas y sociales- de cómo nos aparece ese mundo” (El Árbol del Conocimiento, Maturana y Varela), surgió la motivación para liberarse del paradigma metafísico mediante el proceso de construcción del proyecto libre del curso. En él se brinda la posibilidad de interactuar con personas desconocidas que poseen distintos modos de pensar y de hacer las cosas, por lo que la ocasión de que existan choques de ideas y/o intereses podría ser real. Para poder generar un trabajo de calidad, se tornaría necesario (desde la perspectiva de aquel entonces) aceptar las opiniones de todos los actores del grupo, lo que requeriría- y de hecho, requirió- de una disposición a no dar nada por sentado, a no creerse “dueño de la verdad”.

A pesar de que previamente se contaba con capacidad de escuchar al resto, en el pasado fue común buscar métodos de convencimiento para inculcar las ideas deseadas en las demás personas. Fue ésta la actitud que se buscó dejar de lado, pues al trabajar en grupo los aportes de todos son valiosos y pueden darle cursos interesantes a la iniciativa. Como plantean Nonaka y Takeuchi, el conocimiento surge en todos los niveles de la organización.

Sin embargo, donde más se aprecia la capacidad de “escuchar al otro” es en la forma de realizar el proyecto Ven, Acompáñame. En un comienzo, el proyecto estaba dirigido hacia los adultos mayores de hogares de ancianos, pero conversaciones con distintos organismos (Fundación para la superación de la pobreza y SENAMA) llevaron al grupo a redirigir su objetivo, buscando atender a adultos mayores que vivieran solos. Posteriormente, una vez decidido el proyecto se habló con los ancianos para conocer sus inquietudes, en busca de responder a sus intereses a la hora de implementar la iniciativa. Esta flexibilidad y capacidad de escuchar a terceros sin dejar de lado el objetivo mayor- buscar un beneficio social, enfocado en la tercera edad- ayudó mucho para hacer del proyecto uno que se ajustara a quienes serían beneficiados por él.

Además del aprendizaje experimentado como grupo, la internalización (como proceso individual) del valor de escuchar a los otros- más allá de la premisa inicial de Maturana- sirvió para entender que el punto de vista de los involucrados en un proceso resulta muy importante al momento de hacer las cosas. A partir de esto, como miembro del equipo de trabajo se promovió la búsqueda de “lugares comunes” mediante el diálogo y continua revisión del trabajo de los demás elementos del mismo, lo que se realizó frecuentemente en el informe del proyecto libre. Por otra parte, esta misma forma de actuar se aplicó en un grupo de trabajo de otro curso de la universidad, por lo que nuevamente existe una trascendencia al aula de Introducción a la Ingeniería Industrial.

Una de las frases más significativas del último tiempo para quien escribe es “la sociedad hace al individuo”. Esta idea, tratada en el curso mediante las lecturas- y vuelta a recordar a partir de la lectura de El Club de los Metafísicos- da cuenta de que es imposible hablar de sujeto, en cuanto ser único e irrepetible, sin que existan otros que permitan hacer tal distinción. Por otro lado, la identidad de cada persona está fuertemente determinada por el medio en el que nace, pues éste le “hereda” sus paradigmas y tradiciones, generándole una base de comportamiento común dentro de la sociedad en que se haya inmerso.

Tomando en cuenta la frase antes citada, pareciera muy importante “hacerse individuo en la sociedad”, por lo que una interacción fluida con el resto de ella sería útil para desenvolverse mejor en el mundo actual. Ante esto, se consideró que el mejor camino posible era relacionarse con gente que no se conociera, lo que ha sido facilitado por las diversas actividades presentadas a lo largo del semestre.

Sin embargo, tampoco se ha tratado de un proceso tan simple como hablar con todo el mundo, tanto por rasgos propios de la personalidad (timidez) como por diversos niveles de atracción de las personas. Aun así, dentro del periodo académico se han creado nuevos lazos y afianzado otros- principalmente por el interés (mutuo, por lo demás) de las personas- en mucha mayor cantidad que en otros años, lo que refleja un crecimiento en el ámbito social y un cambio de actitud hacia los demás. Cabe destacar, pese a lo anterior, que no basta sólo con un cambio de actitud, pues en la medida que no se venzan ciertas barreras no se llegará a cumplir con el objetivo final, que es crear redes de contactos con buenas relaciones humanas.

Mirando hacia atrás, se aprecia que el mayor aprendizaje obtenido a partir del curso Introducción a la Ingeniería Industrial no fue intelectual, pues de muchos de los contenidos sólo quedaron los títulos (Retail, Marketing, etc.), mientras que lo experimentado perduró a lo largo del tiempo, y con mucha más fuerza lo gestionado personalmente. Esto no busca desmerecer lo enseñado o las dinámicas implementadas, sino dar cuenta de que en este caso el proceso fue utilizando las herramientas que tuvo a la mano para generar el conocimiento tácito. En este sentido, tanto las lecciones “físicas” (interacciones humanas) como intelectuales sirvieron para motivar, producir y pulir los cambios personales que se experimentaron a lo largo de este semestre.

El aprendizaje, como proceso integral de desarrollo de los individuos, suele ser evaluado en términos de los resultados obtenidos más que por otras variables. La utilización de métodos de medición con enfoque en conocimientos específicos (tales como ejercicios de aplicación de fórmulas o respuestas textuales de libros), si bien entrega información acerca de la capacidad de respuesta de los sujetos ante ciertos problemas en un instante determinado, no involucra las formas en que estos contenidos les hacen sentido, o dicho de otro modo, qué les queda a partir de lo estudiado.

Sin dejar de lado el conocimiento intelectual (el que de aquí en más corresponderá a aquél que es aprendido preferentemente mediante documentos y enseñanzas de terceros, un “conocimiento de la mente”), es imposible desconocer el rol de las experiencias en el proceso de aprender a hacer. Desde eventos como los citados por Nonaka y Takeuchi (ver La Empresa Generadora de Conocimiento, pág. 71, creando una máquina panadera, entre otros) hasta frases populares como “la práctica hace al maestro”, el día a día parece recordar frecuentemente que en el hacer está el saber. Es por ello que, en la búsqueda de nuevos aprendizajes, en lugar de ir al tradicional nicho de conocimiento- la mente- se optará por un camino menos explorado: cómo las cosas hacen sentido en el hacer, cómo no sólo son acumulaciones de conocimiento y se transforman, inevitablemente, en aprendizajes corporales.

En primer término, el aprendizaje vivencial generó un cambio de actitud en cuanto a cómo enfrentar la relación expositor-oyente que caracteriza las clases impartidas en la universidad. Si bien esa forma de esparcir el conocimiento intelectual no ha cambiado, una nueva actitud se tradujo en una interiorización mayor de los contenidos transmitidos.

A partir de frases del profesor Carlos Vignolo, quien dijo que “si uno no levanta la mano, nunca se va a atrever a preguntar en clases y se va a quedar con la duda” y que “uno tiene que hacerse cargo de su propio aprendizaje”, se creó el sentimiento de que era necesario perder la timidez y simplemente hablar en público, aun cuando no todo lo que se fuera a decir resultara “correcto” (en cuanto a algún patrón aplicable en la situación). En este ámbito, el curso de acción fue simplemente “levantar la mano” cuando se quisiera decir algo, ya fueran dudas, opiniones o inquietudes respecto a temas ajenos al curso, lo que se tradujo en una pérdida progresiva de la vergüenza a hablar frente a más personas (incluso sintiendo que se decían “estupideces”) y el surgimiento de nuevas dudas ante las respuestas dadas a las curiosidades iniciales, lo que permitió un mejor aprendizaje. Esta última arista se desarrolló principalmente en el proceso de rediseño del curso, pues los distintos planteamientos- tanto de compañeros como docentes- generaron una retroalimentación tal que se adquirió una concepción mucho más clara de lo que es la Introducción a la Ingeniería Industrial y de lo que pretende. En términos de Vignolo, “innovar es conservar”, por lo que para evolucionar hay que tener claro qué se quiere mantener, ya sea al hacer empresa o crear un ramo de universidad.

Si bien se trata de un proceso no intelectual, es posible medir la evolución de este aprendizaje en cuanto a la variación del comportamiento. Aun sin presencia de números, decir que se ha levantado más veces la mano durante este semestre que en todo el resto de los que se han cursado (que son ocho) es clarificador y no carente de verdad, por lo que es una buena medida del progreso vivido. De hecho, esta actitud no sólo se presenta durante las sesiones de este curso, sino que también en otros tomados simultáneamente, lo que da cuenta de que el crecimiento experimentado va más allá de un salón de clases y de un grupo de personas en particular. Es aprendizaje en cuanto a evolución personal.

Partiendo de la premisa que “no podemos separar nuestra historia de acciones- biológicas y sociales- de cómo nos aparece ese mundo” (El Árbol del Conocimiento, Maturana y Varela), surgió la motivación para liberarse del paradigma metafísico mediante el proceso de construcción del proyecto libre del curso. En él se brinda la posibilidad de interactuar con personas desconocidas que poseen distintos modos de pensar y de hacer las cosas, por lo que la ocasión de que existan choques de ideas y/o intereses podría ser real. Para poder generar un trabajo de calidad, se tornaría necesario (desde la perspectiva de aquel entonces) aceptar las opiniones de todos los actores del grupo, lo que requeriría- y de hecho, requirió- de una disposición a no dar nada por sentado, a no creerse “dueño de la verdad”.

A pesar de que previamente se contaba con capacidad de escuchar al resto, en el pasado fue común buscar métodos de convencimiento para inculcar las ideas deseadas en las demás personas. Fue ésta la actitud que se buscó dejar de lado, pues al trabajar en grupo los aportes de todos son valiosos y pueden darle cursos interesantes a la iniciativa. Como plantean Nonaka y Takeuchi, el conocimiento surge en todos los niveles de la organización.

Sin embargo, donde más se aprecia la capacidad de “escuchar al otro” es en la forma de realizar el proyecto Ven, Acompáñame. En un comienzo, el proyecto estaba dirigido hacia los adultos mayores de hogares de ancianos, pero conversaciones con distintos organismos (Fundación para la superación de la pobreza y SENAMA) llevaron al grupo a redirigir su objetivo, buscando atender a adultos mayores que vivieran solos. Posteriormente, una vez decidido el proyecto se habló con los ancianos para conocer sus inquietudes, en busca de responder a sus intereses a la hora de implementar la iniciativa. Esta flexibilidad y capacidad de escuchar a terceros sin dejar de lado el objetivo mayor- buscar un beneficio social, enfocado en la tercera edad- ayudó mucho para hacer del proyecto uno que se ajustara a quienes serían beneficiados por él.

Además del aprendizaje experimentado como grupo, la internalización (como proceso individual) del valor de escuchar a los otros- más allá de la premisa inicial de Maturana- sirvió para entender que el punto de vista de los involucrados en un proceso resulta muy importante al momento de hacer las cosas. A partir de esto, como miembro del equipo de trabajo se promovió la búsqueda de “lugares comunes” mediante el diálogo y continua revisión del trabajo de los demás elementos del mismo, lo que se realizó frecuentemente en el informe del proyecto libre. Por otra parte, esta misma forma de actuar se aplicó en un grupo de trabajo de otro curso de la universidad, por lo que nuevamente existe una trascendencia al aula de Introducción a la Ingeniería Industrial.

Una de las frases más significativas del último tiempo para quien escribe es “la sociedad hace al individuo”. Esta idea, tratada en el curso mediante las lecturas- y vuelta a recordar a partir de la lectura de El Club de los Metafísicos- da cuenta de que es imposible hablar de sujeto, en cuanto ser único e irrepetible, sin que existan otros que permitan hacer tal distinción. Por otro lado, la identidad de cada persona está fuertemente determinada por el medio en el que nace, pues éste le “hereda” sus paradigmas y tradiciones, generándole una base de comportamiento común dentro de la sociedad en que se haya inmerso.

Tomando en cuenta la frase antes citada, pareciera muy importante “hacerse individuo en la sociedad”, por lo que una interacción fluida con el resto de ella sería útil para desenvolverse mejor en el mundo actual. Ante esto, se consideró que el mejor camino posible era relacionarse con gente que no se conociera, lo que ha sido facilitado por las diversas actividades presentadas a lo largo del semestre.

Sin embargo, tampoco se ha tratado de un proceso tan simple como hablar con todo el mundo, tanto por rasgos propios de la personalidad (timidez) como por diversos niveles de atracción de las personas. Aun así, dentro del periodo académico se han creado nuevos lazos y afianzado otros- principalmente por el interés (mutuo, por lo demás) de las personas- en mucha mayor cantidad que en otros años, lo que refleja un crecimiento en el ámbito social y un cambio de actitud hacia los demás. Cabe destacar, pese a lo anterior, que no basta sólo con un cambio de actitud, pues en la medida que no se venzan ciertas barreras no se llegará a cumplir con el objetivo final, que es crear redes de contactos con buenas relaciones humanas.

Mirando hacia atrás, se aprecia que el mayor aprendizaje obtenido a partir del curso Introducción a la Ingeniería Industrial no fue intelectual, pues de muchos de los contenidos sólo quedaron los títulos (Retail, Marketing, etc.), mientras que lo experimentado perduró a lo largo del tiempo, y con mucha más fuerza lo gestionado personalmente. Esto no busca desmerecer lo enseñado o las dinámicas implementadas, sino dar cuenta de que en este caso el proceso fue utilizando las herramientas que tuvo a la mano para generar el conocimiento tácito. En este sentido, tanto las lecciones “físicas” (interacciones humanas) como intelectuales sirvieron para motivar, producir y pulir los cambios personales que se experimentaron a lo largo de este semestre.